24 Sep ¿Qué tan frágiles son nuestros adultos mayores?
En la vejez, es muy común tener que someter al adulto mayor a tratamientos o intervenciones necesarias para su bienestar, sin embargo, en muchas ocasiones no se tiene la respuesta esperada reflejado en complicaciones que merman el éxito que se buscaba.
La fragilidad en los adultos mayores es un tema que ha ganado relevancia en los últimos años, especialmente debido al envejecimiento de la población mundial. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se espera que para 2050, el número de personas mayores de 60 años se duplique, lo que hace esencial comprender y abordar los desafíos asociados con la fragilidad. Este fenómeno no solo afecta la salud individual, sino que también tiene implicaciones significativas para los sistemas de salud y las familias que cuidan a sus seres queridos.
Para esto será necesario medir la fragilidad del adulto mayor, conocer a detalle su complexión y que tan débil se encuentra, no sólo para saber en qué grado podrá soportar la intervención quirúrgica o el tratamiento, sino también para alcanzar los objetivos que se buscan, tanto para prolongar su tiempo y calidad de vida.
La fragilidad no es simplemente un sinónimo de envejecimiento; es un estado clínico específico que puede identificarse y medirse. Los profesionales de la salud utilizan herramientas y escalas validadas para evaluar la fragilidad, como el Índice de Fragilidad de Fried, que incluye criterios como la pérdida de peso no intencional, la fatiga, la debilidad muscular, la lentitud al caminar y la baja actividad física. Estos indicadores permiten a los médicos determinar el nivel de fragilidad y, en consecuencia, planificar intervenciones personalizadas.
Podemos definir la fragilidad como el aumento del riesgo individual de cada paciente. Se va a caracterizar por la disminución de fuerza, de resistencia y de reserva fisiológica, que aumenta esta vulnerabilidad individual de desarrollar dependencia, discapacidad e incluso muerte.
La fragilidad no solo afecta la capacidad física de una persona, sino que también tiene un impacto profundo en su salud mental y emocional. Los adultos mayores frágiles son más propensos a experimentar aislamiento social, depresión y ansiedad, lo que puede exacerbar su condición física. Por lo tanto, abordar la fragilidad requiere un enfoque holístico que considere tanto los aspectos físicos como los psicológicos y sociales.
La importancia de la valoración geriátrica integral
Se recomienda valorar la fragilidad de las personas mayores de 70 años que hayan tenido pérdida de peso mayor del 5% en el contexto de enfermedades crónicas, especialmente en aquellos adultos mayores que todavía no presentan discapacidad establecida. Este se debe realizar por alguien especializado con los recursos validados.
La valoración geriátrica integral es un proceso clave para identificar y manejar la fragilidad. Este enfoque no se limita a evaluar la salud física, sino que también incluye una revisión exhaustiva de la capacidad cognitiva, el estado emocional, la nutrición y el entorno social del paciente. Por ejemplo, un adulto mayor que vive solo y tiene dificultades para preparar sus comidas puede estar en mayor riesgo de desnutrición, lo que a su vez puede agravar su fragilidad.
Si medimos y analizamos la fragilidad de un adulto mayor, podremos aumentar la certeza de:
- Ofrecer tratamientos adecuados y predecir el margen de supervivencia
- Tomar decisiones basados en la edad o sin consideración a las secuelas posteriores.
- Colaborar en la toma de decisiones con otros especialistas para darle continuidad y mejorar la condición del paciente.
- Detectar de manera oportuna y tratar síndromes geriátricos como: inmovilidad, incontinencia, caídas…
- Minimizar el impacto de la enfermedad en la situación funcional del paciente, en su capacidad de hacer sus actividades básicas del día a día (andar, vestirse, comer, bañarse…)
- Preparar a la persona de la mejor manera posible para afrontar una determinada intervención, con las mayores garantías de éxito.
- Mantener al adulto mayor lo mejor posible el mayor tiempo posible
Síndromes geriátricos y su impacto
Los síndromes geriátricos, como la inmovilidad, la incontinencia y las caídas, son comunes en adultos mayores frágiles y pueden tener consecuencias graves si no se abordan a tiempo. Por ejemplo, una caída puede resultar en una fractura de cadera, lo que a su vez puede llevar a una pérdida significativa de independencia y calidad de vida. La detección temprana de estos síndromes es fundamental para implementar intervenciones que prevengan complicaciones y mejoren el bienestar del paciente.
Además, la fragilidad puede exacerbar condiciones crónicas como la diabetes, la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares. Un adulto mayor frágil con diabetes, por ejemplo, puede tener dificultades para manejar su medicación y dieta, lo que aumenta el riesgo de complicaciones. Por lo tanto, es esencial que los profesionales de la salud trabajen en equipo para proporcionar un cuidado coordinado y centrado en el paciente.
El papel de la nutrición y el ejercicio
La nutrición juega un papel crucial en la prevención y manejo de la fragilidad. Una dieta equilibrada y rica en nutrientes puede ayudar a mantener la masa muscular, fortalecer el sistema inmunológico y mejorar la energía y el bienestar general. Por otro lado, la desnutrición es un factor de riesgo importante para la fragilidad y puede acelerar el deterioro físico y cognitivo.
El ejercicio también es fundamental para combatir la fragilidad. Actividades como el entrenamiento de resistencia, el yoga y los ejercicios de equilibrio pueden mejorar la fuerza muscular, la flexibilidad y la coordinación, reduciendo el riesgo de caídas y mejorando la calidad de vida. Sin embargo, es importante que estos programas de ejercicio sean supervisados por profesionales para garantizar que sean seguros y efectivos.
El apoyo social y emocional
El entorno social y emocional de un adulto mayor también influye en su fragilidad. El aislamiento social y la soledad pueden tener un impacto negativo en la salud mental y física, aumentando el riesgo de depresión y deterioro cognitivo. Por lo tanto, es esencial fomentar las conexiones sociales y proporcionar apoyo emocional a los adultos mayores, ya sea a través de la familia, los amigos o los grupos comunitarios.
Esta valoración geriátrica integral va a evaluar aspectos funcionales, cognitivos, anímicos, clínicos, nutricionales y sociales del paciente, para tener una visión global del mismo.
En CasaMar realizamos seguimientos continuos de nuestros pacientes gracias a nuestro equipo de enfermeras y médicos especializados en geriatría.
Nuestro enfoque multidisciplinario garantiza que cada paciente reciba un cuidado personalizado y de alta calidad. Trabajamos en estrecha colaboración con las familias para asegurar que las necesidades de los adultos mayores se aborden de manera integral, desde la prevención hasta el tratamiento y la rehabilitación.
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En CasaMar, estamos comprometidos con el bienestar y la calidad de vida de los adultos mayores. Nuestros programas están diseñados para abordar las necesidades únicas de cada paciente, brindando apoyo médico, emocional y social. Si tienes preguntas o deseas obtener más información sobre nuestros servicios, no dudes en contactarnos. Estamos aquí para ayudarte a ti y a tus seres queridos a vivir una vida plena y saludable.